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Comunicar en entornos jurídicos

Compartimos esta nota de uno de nuestros vocales de ACACIA, José Vedoya, y director de Impronter.

Lenguaje legal claro

En ocasiones pensamos que estamos comunicándonos con nuestros clientes y, en el mejor de los casos, apenas los informamos. ¿Nos comprenden realmente? ¿Respondemos a lo que necesitan, del modo en que lo necesitan? Si no, probablemente estemos desaprovechando oportunidades de brindar un buen servicio o, peor, de hacer buenos negocios. Espero haber sido claro y breve.

 

El Derecho, la Medicina, la Ingeniería tienen mucho contenido sumamente técnico que no permite ninguna desviación. Comunicarse con clientes y posibles clientes puede ser un desafío para el abogado más destacado; mientras más sepa de leyes, más evidente le resultará esta dificultad. Ser un buen comunicador es un diferencial en el mercado. Después de todo, los clientes desean entender su situación legal y que un experto les resuelva sus cuestiones jurídicas; no buscan aprender de legislación, doctrina o jurisprudencia.

Ser claros cuando nos comunicamos es posible. Aunque es un camino; no se da solo, en la mayoría de los casos. Este es mi camino de Comunicación en la Abogacía; a ver si tenemos puntos en común…

Ser claros cuando nos comunicamos es posible. Aunque es un camino.

Mientras cursaba mi carrera de Periodismo en la universidad, trabajaba de cadete con mi padre abogado; tareas administrativas, pagos, presentaciones de impuestos y cuanto me pidiera. Un día, el Dr. Vedoya Sr –mi hermano mayor también es abogado– me encargó ir al correo a mandar una carta documento que respondía a una intimación que le habían hecho a alguno de sus clientes; de curioso, no más, me puse a leerla: abarcaba casi todo el espacio disponible para el mensaje. Lo releí. Volví a leerlo prestando más atención. No es que no lo entendía, lo que se me hacía evidente era que, a pesar de ser extenso y reiterativo, el texto no decía nada.

“Por la presente le respondo su intimación, la cual no cumple en hacer notar la totalidad de la situación relativa de mi cliente en oposición a lo expresado en la ley citada, por lo que lo exhorto a cesar en su demanda y retractarse, so riesgo de ser demandado por calumnias e injurias al honor.”

Resumí la idea, pero conservé el sentimiento.

–Así es –me aclaró mi padre–, no dice nada. Van a romperse la cabeza tratando de entender qué responderme.

¡Increíble habilidad! Ese fue mi primer contacto con la “comunicación” en el mundo del Derecho. Dale like si te sentís identificado.

Claramente, ese mensaje no comunicaba nada. Constaba de un intercambio de contenido que no me atrevería a llamar “diálogo”. Cabe destacar que el texto cumplía la función a la perfección. ¿Cómo hace uno para responder algo que no pudo entender? La posibilidad de quedar como un ignorante frente a pares, entre la mayoría de las profesiones, es un temor siempre latente. Esto lo retomo más adelante…

Luego, durante un par de años fui editor general de IJ Profesional, una revista digital del mundo del Derecho corporativo. Entonces descubrí que los abogados tienen una facilidad natural para generar contenidos; les gusta escribir, responder preguntas, hacer videos… Hacíamos entrevistas, blogs de expertos, secciones de perfiles personales y alguna pieza más. Los textos ahora eran claros, aunque tal vez extensos y un poco empastados.

“El Decreto 249/07 estableció Reglamento de Higiene y de Seguridad para la Actividad Minera y rigen sobre el trabajador minero las normas relativas de Higiene y Seguridad Laboral (Ley 19.587), de Riesgos del Trabajo (24.557) y de Construcción (Decreto 911/96), entre otras.”

Pero funcionaban; estaban pensados para colegas, a quienes les gusta leer y conocen de la materia. Eran de divulgación.

Los abogados tienen una facilidad natural para generar contenidos; les gusta escribir, responder preguntas, hacer videos…

Cuenta La Leyenda del Consultor de Comunicación que una vez un cliente recibió un texto que había solicitado y le reclamó al redactor que estaba muy bien escrito: era claro e iba al punto, pero que lo encontraba un poco costoso “para ser tan solo una carilla”; el consultor le respondió un agradecimiento por los cumplidos y le dijo que el valor estaba bien y que si quería el mismo texto pero en media carilla le costaría el doble. Por la misma razón, hoy podemos acelerar los mensajes de voz de WhatsApp. Compartí si te sentís aludido.

Varios clientes después, incluidos un par de estudios jurídicos, me contrató el Centro Empresarial de Mediación y Arbitraje para gestar y coordinar un proceso profesional de Comunicación. “No hay nada que comunicar y el presupuesto es limitado”, me dijeron. “Pongamos a trabajar a los miembros, entonces”, le respondí. Ya sabiendo lo afectos que son los letrados para hablar y escribir, les ofrecimos a los socios de los estudios jurídicos ser su canal de comunicación con los gerentes de Legales de las empresas, para contarles las bondades de la mediación y el arbitraje comercial. Empezamos de cero y terminamos con un nutrido newsletter de salida regular, el segundo blog más leído de IJ Profesional y un canal de YouTube que aún publica videos.

“El Dr. R.J.C. aborda las cuestiones de constitucionalidad en el arbitraje y sostiene que los árbitros poseen la facultad de declarar la inconstitucionalidad de una norma legal en la primera oportunidad posible del proceso arbitral en tanto no existiría norma o principio jurídico alguno que se opongan a esto.”

Los contenidos estaban bien, aunque también estaban dirigidos a gente que manejaba el tema. Eran informativos.

Mientras más amplio y heterogéneo se hace nuestro público, más conciso y claro debe ser nuestro mensaje para que tenga el efecto planificado. Y ya vimos que decir lo mismo en la mitad de extensión cuesta el doble, si no más.

Decir lo mismo en la mitad de extensión cuesta el doble, si no más.

Mi último desafío con el mundo del Derecho, más reciente, fue ser asesor de Comunicación en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El objetivo era claro: que el ciudadano común entienda cómo le mejoraba la vida lo que hacía el Ministerio. El problema era el exceso de cosas para difundir; y el verdadero problema era que muchas acciones eran técnicamente complejas y en Derecho no hay margen para una explicación errónea, ambigua o confusa –tal vez menos incluso que en Matemática–. Todo eso, en la extensión de un twit.

“El nuevo sistema acusatorio del Código Procesal Penal Federal demostró su celeridad al resolver los planteos de la fiscalía y la defensa en 28 minutos, por un caso de narcotráfico en Jujuy, mientras que antes se tardaba alrededor de 15 días.”

Clarito. Doña Rosa y don Pepe ya saben cómo funciona la Ley. Comentá si te sentís llamado a ser más claro.

También tuve la oportunidad de presenciar procesos orales en distintas provincias y cuando el representante de la acusación o de la defensa no sabía expresarse generaba un escozor que predisponía mal al más imparcial de los tribunales; a veces repetían tres veces lo mismo, se extendían en el tiempo establecido para su exposición y encima no decían nada, entonces los jueces se miraban entre sí con rostros que lo decían todo.

Pero no me creas a mí, entrá a ChatGPT y preguntale a la inteligencia artificial qué tan importante son las habilidades de comunicación personal para los abogados; “esenciales”: la escucha, la oralidad, la redacción y la no comunicación verbal.

¿Qué tan importante son las habilidades de comunicación personal para los abogados? “Esenciales”.

Acompañado por este mismo espíritu, le solicité al bot que me redactara una demanda profesional por daños; escribió una carta clarísima al victimario explicando que sería demandado. Me corregí y le dije que presentara la demanda por daños: el sistema me dijo que no podía y me aconsejó consultar un abogado.

Le pedí a ChatGPT que redactara un artículo sobre comunicación para abogados pero no quedó tan bueno como este.

Parece que no hay peligro inminente de que a los profesionales del Derecho los reemplacen las computadoras. Pero sí es una gran herramienta que hay que empezar a usar para realizar tareas básicas como redactar un mail a un cliente para explicar un tema, para luego revisarlo y pulirlo.

Recupero eso que dije al inicio del miedo a la posibilidad de quedar como un ignorante frente a pares. Lo heredamos de la universidad, cuando nuestra inseguridad frente al todopoderoso académico que nos evaluaba nos hacía llenar la hoja con algo, lo que fuera, todo lo que supiéramos, varias veces pero distinto si eso “era poco”, en vez de poner solo lo que la consigna nos pedía, de la forma más clara y sintética posible.

Esto lo trabajamos en nuestros talleres de Speaker TrainingEscucha para Líderes y Redacción Jurídica de Impronter. Clikeá si querés ser un profesional más completo.

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